viernes, 4 de mayo de 2012


Comenzando por casa



Una de las noticias que lleva ya un tiempo siendo la comidilla de todos los medios es sin duda la implicación del Duque de Palma en el caso “Nóos”.   La corrupción es algo con lo que el ser humano convive, lucha y en lo que la mayor parte cae, ya sea en un nivel visible y agudo o sea a nivel privado e imperceptible.

¡Queremos justicia y un juicio justo! ¡Todos somos iguales ante la ley y han de pagar aún aquellos que ostentan lugares de privilegio en la escala social!  Aún la casa real ha de dar ejemplo en el cumplimiento de la ley y en acatamiento del castigo impuesto y merecido.

Esto me hace ver reflejada una realidad existente,…..que la corrupción existe en cualquier ámbito y estamento de la vida donde el hombre está implicado.  Existe corrupción a nivel político, social, religioso, deportivo, financiero, etc.

¿Qué es corrupción? He aquí lo que define Wikipedia al respecto:

 corrupción s. f.

1 Entrega o aceptación de dinero o regalos para conseguir un trato favorable o beneficioso, especialmente si es injusto o ilegal.

2 Alteración de la forma o la estructura original y verdadera.

3 Degeneración de la moral y las costumbres.



Y creo que podríamos añadirle un sinfín de argumentación descriptiva, pero lo dejaremos ahí. Aunque la primera definición pueda tener más peso gráfico, creo que es consecuencia de las dos siguientes.



Como persona tengo que ser autocrítico antes de señalar a nadie. Como cristiano me siento un tanto aturdido, ya que la corrupción es inevitable incluso en la iglesia.

Siendo evangélico, es fácil y simplista cargar la escopeta contra otros para no ser yo mismo blanco.  Claro que puedo decir por ejemplo que en la iglesia Romana existe idolatría, ya que adoran imágenes  en vez de Dios. Puedo decir que hay mucho cúmulo de riquezas materiales, cuando hay un mundo que perece de hambre. Puedo decir que hay un hombre que se cree ocupar el lugar de Dios y declararse infalible, cuando Dios hay sólo uno. Puedo decir tantas cosas.  ¿Y qué?

Dice la palabra de Dios, que el juicio empezará por su casa.  “Porque es tiempo de que el juicio comience por la familia de Dios; …” (1ª Pedro 4:17). Ahora me estoy refiriendo no a la casa real de un reino terrenal, sino la casa de Dios, su iglesia.

Estamos hablando no de algo que se dijo para una ocasión específica y puntual, sino que es relevante para el aquí y ahora.

Como creyente evangélico y de la línea carismática tengo que ser autocrítico antes de señalar a otros, y sé que me repito en esta declaración que quiero que quede bien constatada.  Estamos viviendo un tiempo muy, pero que muy convulso, cambiante, desafiante y difícil. Sí es verdad que Dios se está moviendo en medio de todo este caos. Sí es verdad que él está sacando oro de en medio de mucho carbón. Pero también es verdad que la corrupción se acrecienta conforme el ritmo “in crescendo” de su acción va perfilando los tiempos que corren.

Sin señalar a nadie en particular, pero sí a todos en general, creo que el “nuevo pentecostalismo” que parece arrasar nuestras iglesias, ha ido entrando en un carril de aceleración hacia el despojo de la presencia de Dios en detrimento de aquellos que realmente le buscan de corazón.

Si hablaba de la iglesia Romana y la corrupción que creo ver, ¿es que no es corrupción que la iglesia se haya convertido en un lugar de entretenimiento para que la gente no se vaya a otro lugar? ¿Es que no es idolatría cuando se busca al hombre en vez de Dios? ¿Qué hay del personalismo de aquellos que se han auto endiosado y se creen impunes? ¿Qué hay del mercantilismo que ha florecido en la iglesia? ¿Y qué pasa del fetichismo, poniendo los corazones en objetos inanimados porque se le otorga un poder especial? ¿Qué ocurre con doctrinas tales como la “prosperidad”, donde se vende que si crees en Jesús tus problemas se verán resueltos, no estarás enfermo, no te faltará dinero, etc.?

Tristemente, la historia que no se conoce y se aprende de ella, se tiende a repetir, y la “casa de Dios “vuelve a estar llena de puestos de cambistas y mercaderías, donde muchos trafican con el dolor, la necesidad, la esperanza, la fe, y la búsqueda de un Dios real.

“Jesús entró en el templo y echó de allí a todos los que compraban y vendían. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas. ¡Escrito está!, les dijo : ¡Mi casa será llamada casa de oración!, pero ustedes la están convirtiendo en cueva de ladrones” ( Mateo 21:12-13).

¡Sí, por favor Dios, entra de nuevo y derrumba las paradas establecidas y que taponan el acceso libre a tu presencia!

¡Empieza por tu casa,…. incluyéndome a mí!