CORTANDO EL CARBÓN
Durante la segunda guerra mundial, Wiston Churchill (
entonces primer ministro de Gran Bretaña),
decidió ganarle a Hitler con “palabras” , levantando la moral de la nación.
No tan solo visitó a las tropas y fábricas, sino que también
fue a las poblaciones mineras apartadas de las rutas principales. En una de sus
visitas a los esforzados mineros, el
primer ministro los animó a que vieran su importancia dentro del esfuerzo total
para la victoria. Les dijo: “Seremos victoriosos. Preservaremos nuestra
victoria. Y dentro de unos años cuando nuestra libertad esté asegurada y reine
la paz, vuestros hijos y los hijos de vuestros hijos vendrán, y ellos os
dirán….”¿Qué hiciste tú para ganar nuestra libertad en la gran guerra? “. Y
alguien dirá: “¡Yo marché con la octava brigada! Otro dirá con orgullo : “¡Yo
conduje un submarino!” Y otro dirá:”¡Yo
guié a los barcos que llevaban las provisiones!” Y aún otro dirá: “¡Yo curé las heridas de
muchos!”.
Entonces el estadista hizo una pausa. Los sucios mineros estaban sentados en silencio y con expectación, esperando que
Churchill continuara hablando.
“Ellos (vuestros hijos y los hijos de vuestros hijos)
vendrán a vosotros (prosiguió Churchill), y vosotros les diréis con el mismo
derecho y orgullo: ¡Yo corté el carbón! ¡Yo corté el carbón que puso en
funcionamiento a los barcos que llevaban a las tropas! ¡Eso fue lo que yo
hice,…cortar el carbón!”
¡Qué bien cuando somos capaces de hacer algo grande,
importante, evidente, visible y plausible! ¡Cómo nos gusta ver reconocida
nuestra labor, de manera que nos vemos y nos ven como piezas importantes dentro
de un rompecabezas trascendente ¡ Y es
que todos tenemos el deseo de ser parte de algo mucho más grande que nosotros
mismos.
¿Pero qué pasa si algunos de nosotros no somos destinados a
primera línea de combate, o no estamos cualificados para sanar heridas en la
retaguardia. Qué pasa si nuestro cometido es simplemente pasar desapercibido,
en un lugar apartado del flujo de los grandes acontecimientos, manchados y
tiznados debido al manejo del sucio carbón que arrancamos de manera silenciosa
en la profundidad de una oscura mina?
Hay una palabra que a muchos les suena a raro: “Intercesión”.
Interceder es pedir en nombre de otro. Es mediar entre dos partes que están distantes
o enemistadas. Aparentemente parece
fácil, pero no lo es. A veces significa estar en medio de un fuego cruzado, y
estar expuesto a que si las cosas no salen bien, seas tú el que sufras las
consecuencias, aunque tus intenciones fueron buenas.
Al igual que el carbón era esencial para el funcionamiento
de toda la maquinaria que llevaría a la victoria en la segunda guerra mundial
frente al avance de la Alemania nazi, asimismo la intercesión se convierte en
ese material nada atractivo, duro de conseguir y poco valorado, que hace que la
iglesia funcione.
Creo que hemos tratado de embarcarnos en una guerra dotados
de armas sofisticadas, una infraestructura bastante planificada y mucha
confianza en nuestra capacidad de combate, pero…hemos prescindido del
combustible necesario para que todo sea posible.
No sé si has sido llamado a grandes empresas, a estar en la
vanguardia , a ser visto como uno de los que avanzan donde otros quedan
paralizados por el temor de la metralla, o a cualquier acto digno de ser
recordado y condecorado con vítores a la vista de aquellos que se beneficiaron
de tu arrojo.
Otros tal vez, no lleguemos más lejos que los lindes de
donde hemos sido establecidos. Lejos del fragor de la batalla abierta,
aparentemente ajenos a la magnitud de lo que se está en juego, pero…sólo en
apariencia. Siendo conscientes de que nuestra parte es “cortar el carbón”.
Dios nos llama a ser responsables donde nos pone. Tal vez a
muchos nos gustaría estar enfrascados en la acción directa y abierta, pero
somos conscientes de que es necesario que se haga lo que se nos pide.
Interceder. Es hacer una oración santa, fiel y perseverante suplicando a DIOS por otro u otros que desesperadamente necesitan la ayuda de DIOS. En general es la acción de uno que busca el bien de otro, interviniendo en su favor para conseguirle algún beneficio.
Como creyentes
responsables “¡cortemos el carbón!” para la iglesia en estos días, haciéndola
funcionar con la oración intercesora!”
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