SIENDO VERACES
Acaba de concluir la Semana Santa. Todo pasa rápido e
intensivo. Aún recuerdo que los Carnavales no distan demasiado en el tiempo al
mirar hacia atrás,y quedo un tanto estupefacto por la capacidad que tiene el
ser humano de cambiar de chip dependiendo de las circunstancias. Sé que muchos
dirían que es un mecanismo de supervivencia.
Nos vamos a quedar con estas dos fiestas, celebraciones, o
como queráis llamarlas (los Carnavales y la Semana Santa). No hace falta ser
demasiado despiertos para admitir que existe un marcado antagonismo en las
naturalezas festivas de una y otra celebración. Y además de que prácticamente
la una viene detrás de la otra casi pisándole los talones.
El Carnaval, todo colorido, algarabía, espíritu de
permisividad, …..de todo menos moderación. No sé si os habéis preguntado el
significado de la palabra “Carnaval”, pero significa “Carne para Baal”. La carne para ser sacrificada a un ídolo (Baal)
al cual se le ofrendaba incluso personas. ¡Y qué contraste con la “Semana
Santa”, donde todo es recogimiento, dolor por la pasión de Cristo (y donde
algunos entienden que no se debe de comer carne), y donde el sacrificado fue Jesús !
No voy a adentrarme en un análisis profundo del tema, sino a
recalcar lo que me inquietaba al inicio: “ esa capacidad camaleónica que
tenemos de adaptarnos al entorno físico y…..espiritual, según la conveniencia”.
Ahora aparcamos los tronos, procesiones, y el olor a
incienso mezclado con la fragancia de la flor de azahar que destilan las calles
(al menos las de mi pueblo en Andalucía) por la noche acompañando a los
pasos. Entonces es cuando debemos de
preguntarnos ¿quiénes realmente somos? ¿cuál es nuestra fe?
No sé si se trata en cierta manera una esquizofrenia
espiritual, donde creemos lo que nos conviene en el momento para no desentonar
con el resto, o que realmente no creemos nada, sino que tan sólo vivimos
acontecimientos culturales del entorno y del momento.
Dice la Biblia que…”donde está nuestro corazón, allí está
nuestro tesoro”. Y es que allí donde depositemos nuestros anhelos, esfuerzo,
tiempo, interés, esperanzas, emociones y afectos, es lo que consideramos como
lo principal en nuestras vidas. Creo que
es sabio que reconozcamos qué es lo que es más importante para nosotros y no
caigamos en el dualismo que no lleva a ninguna parte.
“No se puede servir a dos señores, porque amarás al uno y
detestarás al otro”.
Hemos de elegir en esta vida a quién servimos de corazón,
porque eso marcará nuestro futuro.
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