martes, 10 de abril de 2012


SIENDO VERACES

Acaba de concluir la Semana Santa. Todo pasa rápido e intensivo. Aún recuerdo que los Carnavales no distan demasiado en el tiempo al mirar hacia atrás,y quedo un tanto estupefacto por la capacidad que tiene el ser humano de cambiar de chip dependiendo de las circunstancias. Sé que muchos dirían que es un mecanismo de supervivencia.

Nos vamos a quedar con estas dos fiestas, celebraciones, o como queráis llamarlas (los Carnavales y la Semana Santa). No hace falta ser demasiado despiertos para admitir que existe un marcado antagonismo en las naturalezas festivas de una y otra celebración. Y además de que prácticamente la una viene detrás de la otra casi pisándole los talones.

El Carnaval, todo colorido, algarabía, espíritu de permisividad, …..de todo menos moderación. No sé si os habéis preguntado el significado de la palabra “Carnaval”, pero significa “Carne para Baal”.  La carne para ser sacrificada a un ídolo (Baal) al cual se le ofrendaba incluso personas.  ¡Y qué contraste con la “Semana Santa”, donde todo es recogimiento, dolor por la pasión de Cristo (y donde algunos entienden que no se debe de comer carne), y donde el sacrificado fue Jesús !

No voy a adentrarme en un análisis profundo del tema, sino a recalcar lo que me inquietaba al inicio: “ esa capacidad camaleónica que tenemos de adaptarnos al entorno físico y…..espiritual, según la conveniencia”.

Ahora aparcamos los tronos, procesiones, y el olor a incienso mezclado con la fragancia de la flor de azahar que destilan las calles (al menos las de mi pueblo en Andalucía) por la noche acompañando a los pasos.  Entonces es cuando debemos de preguntarnos ¿quiénes realmente somos? ¿cuál es nuestra fe?

No sé si se trata en cierta manera una esquizofrenia espiritual, donde creemos lo que nos conviene en el momento para no desentonar con el resto, o que realmente no creemos nada, sino que tan sólo vivimos acontecimientos culturales del entorno y del momento.

Dice la Biblia que…”donde está nuestro corazón, allí está nuestro tesoro”. Y es que allí donde depositemos nuestros anhelos, esfuerzo, tiempo, interés, esperanzas, emociones y afectos, es lo que consideramos como lo principal en nuestras vidas.  Creo que es sabio que reconozcamos qué es lo que es más importante para nosotros y no caigamos en el dualismo que no lleva a ninguna parte.

“No se puede servir a dos señores, porque amarás al uno y detestarás al otro”.
 Hemos de elegir en esta vida a quién servimos de corazón, porque eso marcará nuestro futuro.

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